La Quimera
Escrita por: Andrés Luciano Torres
¿Qué tienen en común lugares tan distantes como Italia, Siria, Afganistán, Irak, Armenia, Libia o Ucrania? Bueno tienen dos cosas en común, de hecho más de las que podemos imaginar, sin embargo pongamos sobre la mesa la primera de las que me gustaría resaltar, son lugares que guardan recuerdos de variedad de civilizaciones antiguas o modernas, que además son muestras claras de la diversidad cultural, lingüística y religiosa de los distintos pueblos que han vivido en esos lugares, algunas fueron cunas de grandes imperios milenarios, rutas de paso de reinos ancestrales así como también campos de batalla por el dominio regional o global, también en el pasado fueron grandes centros artísticos y culturales de innumerables pueblos, y aunque la mayoría hoy están en situación de alta conflictividad social, política o militar, dejare este punto para después atarlo con la reflexión final de la película.
Quimera de Alice Rohrwache, nos cuenta la historia de Arthur– sí, otro Arthur en las salas de cine- interpretado por Josh O’Connor que ha salido de prisión recientemente y que ahora no tiene nada, afortunadamente cuenta con la ayuda de la madre de su novia Beniamina quien es interoretada por Yile Vianello, de la cual solo sabemos que se encuentra perdida, o que esperan su regreso en casa de su madre, una señora mayor que “da clases de música” a una muchacha de condiciones económicas bajas llamada Italia – encarnada por Carol Duarte-, quien le realiza las labores del hogar a esta señora, Arthur es un arqueólogo ingles que tiene un don particular es capaz de detectar tumbas o por lo menos entierros funerarios y se encuentra en Italia por una razón muy particular; la cultura etrusca.
Para quien no sabe, los etruscos fueron un pueblo que habitó la península itálica mucho antes de la aparición de los romanos, no hablaban latin y quedan muy pocos relatos o ninguno prácticamente de ellos mismo, prácticamente estaban desaparecidos del registro histórico – en parte por culpa de los mismos romanos que prácticamente los desaparecieron del mapa- hasta que por accidente se descubrieron sus tumbas, prácticamente intactas, en las que no so encontraron los restos de las personas que alguna vez fueron importantes para ellos, sino también tesoros incalculables; ofrendas depositadas para acompañarlos en el más allá, vasijas, copas, joyas, amuletos, adornos etc, es decir es como encontrar vida en otro planeta, pues se encontraron por fin los resto de una antigua civilización extinta y aparte sus tumbas están preciosamente adornadas con pinturas que representaban escenas de su vida cotidiana así como del mundo futuro después de la muerte.
Ahora bien es claro que la belleza de una civilización perdida puede atraer a todo tipo de personas, en especial a los locatarios de esos antiguos dominios etruscos, Arthur ha llegado a Italia en búsqueda de su amor por el pasado y las civilizaciones perdidas, solo que también está acompañado por una banda de trovadores en el pueblo que también participan de la actividad principal de Arthur, es decir localizar y expoliar tumbas etruscas a mitad de la noche. “Los Tombalori”, un grupo de ladrones de tumbas que aprovechan la conexión de Arthur con el más allá, pues detecta los entierros porque puede sentir las almas de estas personas, es una conexión emocional y física que se manifiesta en dolor físico cuando se para arriba o cerca de un entierro, lo que provoca que Arthur sea muestre débil o adolorido cuando descubre algún tesoro escondido.
Este grupo de locales disfruta de la bohemia con las ganancias de la venta de piezas saqueadas a un misterioso personaje que aparentemente es un coleccionista de buen gusto de las antigüedades por las que paga relativamente bien, Arthur ya fue aprendido por ello pues la policía lo tiene bien identificado, lo que le costó estar encerrado, pero aun así decide seguir arriesgando su libertad, en parte porque no le queda nada, ya que como cantan mientras beben “cuando robas una tumba realizas el sueño colectivo del campesino pobre, desenterrar un tesoro…Encontrar un pasaporte para salir de la pobreza…Es un sueño de redención y riqueza…La ley solo protege a quienes se roban el trabajo de los demás… ¿Qué quieres juzgar?… Los ladrones de tumbas son solo otra gota en el océano…” Esa es parte de la justificación que se dan a si mismo, no puedo negar que parecieran los Tombalori no gozar de ninguna clase de riqueza heredada o de buen trabajo, es en este punto que el misterioso Espartaco empieza a destacar, es el quien proporciona los recursos para la compra de sus “hallazgos”, pareciera solo un aficionado al arte antiguo que evidentemente conoce el origen de las piezas y sabe perfectamente el valor monetario que la cultura etrusca tiene. Por lo que compra todo lo que los Tombalori le ofrecen, dejando claro el poder que tiene sobre ellos.
Todo parece cambiar cuando Arthur en una noche de fiesta por una venta exitosa sale con los Tombalori para festejar su éxito en la que también está invitada Italia, pero cuando caminando por el mar, Arthur empieza a decaer, su fuerza se esfuma y sospecha de una gran tumba enterrada bajos su pies, todos se apresuran a escavar para terminar descubriendo una entrada nunca antes abierta de lo que es claramente una sepultura antigua, a partir de aquí la vida de Arthur, los Tombalori incluso la de Italia – la chica del que parece crecer un interés amoroso por Arthur- cambiaran drásticamente, sin embargo la sombra de Espartaco incluyendo la revelación de su verdadera identidad se proyecta sobre las cabezas de todos nuestros protagonistas.
Descubrir esos secretos conllevara una vergüenza mayor para Arthur, lo que lo llevará a intentar redimirse con actos desinteresados pero a mi parecer no lo merece, ya que su acciones por muy bien intencionadas que sean no puedo perdonarle el daño causado, es raro decirlo pero su don se ha transformado en maldición, una de la que todos temen pero solo Arthur padecerá.
Como dije me parece imperdonable lo que causa Arthur, el daño a las personas que provoca es tan incalculable como lo que se ha robado, pero no es una ficción, todos los sitios que mencione al principio tienen otra cosa en común, la segunda que mencione desde un principio, la devastación y el saqueo de patrimonio cultural, la destrucción de legados históricos o antropológicos que nunca podremos recuperar, es doloroso que la fantasía del cine nos recuerde que haya personas sin escrúpulos que compren el arte Lo único ensangrentado de lugares en conflicto; desde la destrucción de los budas gigantes en Afganistán, el saqueo al museo de Bagdad en Irak, el saqueo y destrucción de Palmira en Siria, el peligro inminente de los tesoros históricos armenios en el Alto Karabaj, el saqueo de las necrópolis romanas en Libia o los monasterios destruidos en Ucrania, solo por nombrar los pocos que recuerdo, el mundo del arte se está nutriendo de la sangre de los conflictos más violentos del mundo, y los comerciantes o merchantes del arte o las antigüedades, son parte y causa de este espolio a nivel global, todo para terminar en colecciones privadas o museos, del que los Tombalori como Arthur solo son engranajes en la gran maquinaria del saqueo y perdida del patrimonio histórico de los pueblos de la humanidad.
Deseo que el espectador independiente de disfrutar de la película, después de sacar sus propias conclusiones del protagonista, despierte en si un deseo de conocer un poco más de este pueblo perdido que son los Etruscos, y aunque sea así seguir recordando lo que aún no se ha perdido de todo.