La semilla del fruto sagrado | Reseña
Escrita por: Andrés Luciano Torres
La película es polémica, seguramente a más de uno haga sentir incomodo o reafirmara sus propios pre juicios o ideas preconcebidas sobre todo el asunto que trata la película, que no son temas ni tan simples ni tan pocos; van desde el islam, la libertad de las mujeres, la política, la libertad, la religión, las redes sociales, las guerras e incluso la confianza en las personas que más amas, etc. Etc.
El director iraní Mohammad Rasoulof – ahora condenado a ocho años de prisión en Irán- trae a la pantalla grande su película La semilla del fruto sagrado – esperando que no sea la última-, una película dramática que nos sitúa a una familia iraní en medio de los más recientes acontecimientos de descontento social en el país.
Irán para quien no lo sabe es desde 1979 un régimen teocrático, es decir que el poder político está concentrado en una elite religiosa, bajo leyes de inspiración religiosa, establecidas en el Corán, porque Irán es un país donde la mayoría de su población es musulmana de creencia chií, la segunda rama del islam, a la vez que dicho régimen es producto de una revolución social contra una monarquía autocrática, represiva y violenta, que practicaba la censura, la represión o la brutalidad contra la población que se opusiera a ella, nadie pensaría que, 45 años después, el régimen que derrocaría a al Sha – el monarca que simbolizaba el gobierno opresor – se encontraría practicando los mismos métodos de opresión, censura y violencia contra los que se opusieron en el pasado. En mi opinión todos los regímenes políticos independientemente de su orientación política pueden llegar a utilizar en mayor o menor medida, la censura, la opresión y la violencia contra sus ciudadanos, pero dejemos un poco del lado el asunto para decir de quétrata la película.
La historia se centra en Najmeh quien es ama de caza en una familia en Teherán, junto con sus hijas Rezvan y Sana, la primera la mayor que recién comienza a ir a la universidad y la segunda que va en secundaria, su esposo Iman, es nombrado juez de instrucción del Tribunal Revolucionario, vale decir que no se explica muy bien cuál es su trabajo, se menciona que forma parte del gobierno y es encargado de supervisar las sentencias o de ejecutar las penas de muerte, todo en el mismo ambiente de secreto y discreción que conlleva un cargo policial o político en un régimen altamente jerarquizado por la lealtad al régimen. De ahí que cuando las protestas en 2022, contra el régimen por la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, esta familia se encuentre dividida pues aunque la vida dentro de casa sea en cierta medida liberal – si se me permite ocupar el termino- por fuera es no lo contrario pero si se respeta las normas convencionales, las hijas se identifican con las protestas iniciadas por la política tan restrictiva contra las mujeres y la obligación de llevar el hiyab, mientras que la madre piensa que las protestas no son correctas, además el padre miembro del gobierno, evidentemente condena las acciones de protesta por considerar que son influenciadas por los enemigos del país para desestabilizarlo. Esta actitud de confrontación entre lo que piensan la hijas y lo padres podría considerarse normal dentro de una sociedad dividida entre dos generaciones con pensamientos distintos pero que cambiara drásticamente cuando la pistola del padre desaparece misteriosamente de la casa.
Perder su arma no es cosa menor pues al ser un miembro del aparato de gobierno, su puesto, su estatus y la confianza de sus jefes pende de un hilo, poniendo en riesgo no solo a él sino a toda la familia, pues el régimen no es menos duro con sus súbditos que con sus oponentes, haciendo que se genere una sensación de desconfianza en el hogar, del que no todo saldrá bien.
Dejando de lado que la película sabe manejar perfectamente – me imagino- como es vivir en una sociedad aparentemente libre pero que los secretos son muchos, también es curioso que muchas de las conversaciones dentro de la casa o fuera de ella sean en susurros, como si nadie debiera enterarse de más de los asuntos que dicen las personas, también que haya ese secretismo tan común entre la familia que incluso nadie sabe exactamente que hace el padre, solo se menciona que es parte del gobierno pero su rango o su posición exacta dentro del mismo es incluso para su propia esposa un secreto. Como toda sociedad sumamente vigilada, la familia sabe que es mejor que nadie sepa nada de nada, que tener que explicar porque saben lo que saben o porque ignoran lo que ignoran. Etc. Etc.
Ahora bien, el cine no es solamente cine, es muchas cosas y como tal no es libre de tener carga ideológica y política, para mi es tan denunciable el uso de la violencia contra las mujeres en Irán, Arabia Saudita o Pakistán, como lo es la agresión de las mujeres en la India o las violaciones de mujeres en cualquier lugar del mundo. Que una mujer sufra por ser mujer es claramente un signo de que incluso cuando haya mujeres en altos puestos gubernamentales sigue existiendo machismo y violencia de genero. Sin embargo sé que también este tipo de filmes también exigen que pensemos en otras mujeres que también son asesinadas, violadas o humilladas, pienso precisamente en las mujeres de Palestina Siria o Líbano, las cuales están siendo atacadas por el régimen del Estado de Israel, basados en la concepción teológica de que las tierras de esas mujeres les pertenecen, pienso en la prohibición de hablar que se impuso a las mujeres de Afganistán o la desprotección federal en Estado Unidos del derecho al aborto. También pienso en el ascenso de Trump y sus recientes declaraciones sobre eliminar el reconocimiento de las identidades no binarias o de los caso de desapariciones en México.
Es decir crear conciencia sobre la represión de mujeres en Irán, solo con el objetivo de reforzar los prejuicios que tenemos o que se puedan tener contra el Islam como religión y los musulmanes por consiguiente no creo que deba ser el mensaje que tenemos que llevarnos, sin duda los líderes de dicho país dirán que es claramente un intento de desprestigiarlo – lo que logran solitos por supuesto- pero no solo ellos sino todos los gobiernos en general, porque son ellos quienes permiten que estos abusos continúen. Israel por ejemplo no estaría mejor parado comparando con lo que está haciendo en la Franja de Gaza – en donde está cometiendo genocidio no hay que olvidarlo-, o en Francia con el caso Pelicot.
Es decir no debemos darle solo una visión sesgada al asunto, como queriendo aminorar la violencia contra las mujeres, o contra minorías étnicas, o minorías sexuales, solo porque suceden en países que son de nuestro bando o de nuestra alianza geopolítica. Tampoco aceptar que no hay violencia política en regímenes que claramente la ocupan contra sus ciudadanos solo porque aceptarlo, seria aceptar que los rivales –políticos, geopolíticos, ideológicos o incluso económicos- tienen la razón, es casi como decir que la violencia está bien siempre y cuando sea realizada por el presidente del país que mejor me cae, y eso es lo que hace que las atrocidades más grandes se den y permanezcan impunes. Es difícil aceptar que la violencia política es practicada y ejecutada contra las personas solo porque piensan diferente o se encuentran en una situación de vulnerabilidad frente a los gobierno, y que muchas veces esa misma violencia que no aceptaríamos que se aplicase contra nosotros es llevada a cabo sistemáticamente incluso por países que consideramos como vías alternativas a nuestros regímenes actuales, pero llamar a los países dictaduras porque lo son, no es una deshonestidad intelectual, ni una traición a la esperanza de cambio, es nombrar a las cosas por lo que son, porque si no queremos que una política indiscriminadamente violenta se integre a nuestras sociedades o que si alguna vez tuvimos esa clase de violencia política y queremos desterrarla a la historia, deberíamos darnos cuenta que ninguno de esos países son perfectos.
Ante mi ignorancia profunda sobre mas filmes de este director o de películas sobre la actualidad del mundo musulmán o del medio oriente, me parece que Persepolis es también una excelente película que nos habla de cómo es ser mujer en Irán. Deseando que el director pueda salir pronto y no le pase nada malo, dejo por aquí mi reseña.