El Payaso del Maizal | Reseña

Escrita por Aj Navarro

El slasher es, sin duda, uno de los géneros más recurrentes en el cine de terror. Desde La Masacre de Texas, clásico de Tobe Hooper, hasta proyectos más recientes como Viernes Negro de Eli Roth o Heart Eyes de Josh Ruben, prueban que la fórmula no se gasta, sólo se cambian ciertos factores para hacerlo atractivo… o a veces un total fiasco.

Afortunadamente para El Payaso en el Maizal, la dirección y guion de Eli Craig, coescrito con Carter Blanchard y Adam Cesare, da justo en el clavo para combinar los tropos clásicos de este subgénero con una comedia eficiente, justo como lo logró en una de sus anteriores cintas, Tucker y Dale vs. Evil. Aquí, se alimenta de los elementos básicos como el pueblo solitario y si, la figura tétrica de un condenado payaso.

En la localidad de Kettle Springs, Quinn (Katie Douglas) y su padre (Aaron Abrams) buscan empezar de cero sus vidas. Sin embargo, pareciera que este lugar no ha superado un viejo incidente que ha dado pie al nacimiento de una tétrica figura: Frendo el payaso, quesuelen emerger de los campos de maíz para enseñar una lección sangrienta a los lugareños. Quinn y sus amigos tendrán no solo que enfrentar las viejas tradiciones pueblerinas de un pueblo conservador y chapado a la antigua, sino de un Frendo desatado que busca aleccionarlos a como dé lugar.

Aunque el relato puede sonar básico, Craig logra dar un par de giros de tuerca al mismo que resultan sorprendentes y agradables, convirtiendo de alguna forma al asesino en una figura violenta que busca restaurar la moralidad de su localidad. Por otra parte, el ingenio cómico reside en enfrentar a estas nuevas generaciones acostumbrados al celular con la vieja usanza de las cosas donde los hace ver como torpes, muy al estilo de Bodies Bodies Bodies (Reijn, 2022).

El Payaso en el Maizal incluso revierte ciertas cuestiones sobre la heteronormidad de los sobrevivientes y lo explota a su favor, no sin antes burlarse de las convenciones del género similar a lo logrado por Craven en su saga de Scream, pero en menor grado. El humor es buen aterrizado y no le quita mérito al mismo slasher, que se alimenta correctamente de muertes bastante violentas e ingeniosas que van a dejar complacidos a los fanáticos del género.

Uno de los pecados de esta cinta es, sin duda, el abuso del jump scare, pero adortunadamente no afecta al ritmo del relato, mismo que está consciente de lo que habla en todo momento y busca sacarle provecho en todo instante. Incluso Craig se da el lujo de reírse de sus propios personajes y engañar en momentos clave a la audiencia de buena forma. Además, aprovecha muy bien la “carne de cañon” que suelen poner en los slashers, pues el casting joven de la cinta se entrega por completo al sentido satírico aun sabiendo que son como ovejas en el matadero.

El diseño del payaso es sencillo, como cualquier otro salido de una caja sorpresa. Con su gran sonrisa y una mirada fría, Craig crea entre su Payaso en el Maizal, o Frendo para los cuates, un villano ideal como paradójico. La “scream girl”, Quinn, interpretada por Katie Douglas, resulta interesante por no ser la típica ñoña sino una chica mucho más rebelde de lo que se acostumbra en el slasher. Claro, hay gritos y sustos pero ella no teme encarar al mal y vencerlo a su manera o mandarlo igualmente al carajo de ser necesario.

Pero lo más destacado de este guion recae en la magia de crear un relato de vibras ochenteras traído a la actualidad que, de alguna forma, se burla de las cuestiones moralinas que esos slashers planteaban. Esto a la par de crear una atmósfera adecuada, sacándole provecho a la dirección de arte que involucra los maizales, las casas de pueblos antiguas e incluso el poder de un disfraz y lo que puede generar. Ese tipo de cuestiones aon interesantes para algo que, claramente, no es solamente un slasher.

Con una musicalización adecuada, una estètica bastante buena y el absurdo necesario de una comedia slasher, El Payaso en el Maizal no reinventa el género ni mucho menos, pero si nos recuerda dos cosas importantes: que todos los payasos pueden dar miedo (te maldigo siempre, Pennywise) y que la magia de una historia recae en la forma de contarla, más allá de no salir de los clichés del mismo.

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