Capitán América: un nuevo mundo | Reseña

Capitán América: Brave New World representa un intento de Marvel por recuperar la confianza de su audiencia tras una serie de decepciones en la Fase 4 y 5 del MCU. La meta parece clara: regresar a la calidad narrativa y el impacto emocional que caracterizaron la saga del Guantelete del Infinito. Sin embargo, la gran interrogante es si esta entrega logra ese cometido o si se queda en un esfuerzo con buenas intenciones pero una ejecución deficiente.
Lamentablemente, Brave New World se ubica en un punto intermedio. No alcanza las alturas de las mejores historias del MCU, pero tampoco es un fracaso absoluto como The Marvels. La película nos presenta nuevamente a Anthony Mackie en el rol de Sam Wilson, quien asumió el manto del Capitán América tras los eventos de Avengers: Endgame y The Falcon and the Winter Soldier. En esta ocasión, Sam debe lidiar con una crisis internacional desatada por la aparición de una nueva isla formada a partir del celestial petrificado visto en Eternals. En su interior se encuentra un mineral extremadamente raro y valioso: el adamantium, un material potencialmente más formidable que el vibranium de Wakanda. Este recurso desata una carrera armamentista encubierta, lo que pone a Sam en el centro de una conspiración que amenaza la estabilidad mundial.
Uno de los aspectos más interesantes de la trama es la inclusión de Isaiah Bradley (interpretado por Carl Lumbly), el Capitán América olvidado, cuya historia fue explorada en la serie The Falcon and the Winter Soldier. En esta película, Sam debe limpiar su nombre tras verse envuelto en un complot orquestado por figuras en las sombras. El villano principal es Samuel Sterns (The Leader), quien regresa tras su breve aparición en The Incredible Hulk (2008), interpretado nuevamente por Tim Blake Nelson. Su papel como manipulador y estratega recuerda a Alexander Pierce en Capitán América: The Winter Soldier, lo que lleva al siguiente punto crítico de la película: su excesiva similitud con la segunda entrega del Capitán América.

Brave New World intenta replicar el tono de espionaje y thriller político que hizo tan exitosa a The Winter Soldier, pero lo hace de manera demasiado evidente. Varias escenas y estructuras narrativas parecen calcadas de aquella película: desde la traición de una figura de autoridad hasta el uso de un genio científico como herramienta de los antagonistas. En The Winter Soldier, Hydra utilizaba al Dr. Arnim Zola; en Brave New World, el presidente de los Estados Unidos manipula a Sterns para alcanzar sus propios fines. Este paralelismo hace que la película se sienta predecible y carente de identidad propia.
Otro punto problemático son los numerosos reshoots que atravesó la producción tras las reacciones negativas en las proyecciones de prueba. Estas modificaciones se notan en inconsistencias narrativas y en decisiones que afectan la cohesión de la historia, debilitando el impacto emocional de la película. A pesar de esto, el clímax logra elevar un poco la experiencia, ofreciendo secuencias de acción bien ejecutadas y momentos emocionantes para los fans.
Desde el punto de vista técnico, la cinematografía y las coreografías de acción son competentes, pero carecen del impacto visual y la tensión que hicieron memorables a entregas anteriores del MCU. La dirección de Julius Onah, aunque correcta, no logra imprimir una identidad propia a la película. La banda sonora acompaña de manera funcional pero sin temas icónicos que refuercen el peso emocional de los momentos clave.

Además, el desarrollo de los personajes secundarios deja mucho que desear. Mientras que en The Winter Soldier Bucky Barnes y Black Widow aportaban dinamismo y complejidad a la historia, en Brave New World los acompañantes de Sam no logran generar el mismo nivel de empatía ni impacto narrativo. Esto se debe en parte a la falta de un villano con una motivación convincente y una ejecución más pulida de sus planes.
En conclusión, Capitán América: Brave New World es una experiencia medianamente satisfactoria. Aunque tiene destellos de lo que hizo grande al MCU, su falta de originalidad y los problemas de producción la convierten en una película olvidable dentro de la franquicia. No es un desastre, pero tampoco es el renacimiento que Marvel necesita para recuperar su antiguo esplendor. Con una narrativa más arriesgada y un villano mejor desarrollado, podría haber sido una entrega más relevante en la historia del UCM.