Him: El elegido – Reseña

Escrita por: Aj Navarro
El fútbol americano es el deporte por excelencia para los norteamericanos. De alta exigencia, físico y con un deseo latente entre sus jugadores de ser la nueva estrella de la liga o el equipo en el que participen, es sin duda todo un espectáculo verlo. Pero ¿hasta dónde está uno dispuesto a llegar para ser el siguiente GOAT, el mejor de la historia, el mismísimo elegido? La búsqueda a esta interrogante es lo que explora Justin Tipping busca explorar en HIM: EL Elegido.
El joven cineasta explora, a través de la historia de un joven atleta determinado a ser el mejor a toda costa llamado Cam (Tyriq Withers) que tiene como inspiración a su padre y a un mariscal de campo de nombre Isaiah (Marlon Wayans), el mejor en la historia de su posición en la liga profesional. Ese camino lo lleva a conocer a este ídolo que le ofrece una semana de entrenamiento para ver si tiene lo que se necesita para ser digno de seguir su legado.
Tipping, en su segundo largometraje, crea visualmente algo interesante para crear un terror psicológico y físico sobre lo duro que es ser un deportista de elite, al menos de inicio. Uno no puede dejar de pensar no tanto en aquellas obras que abarcan este deporte de forma romantizada de jugadores que logran éxito contra todo pronóstico. HIM: El Elegido logra más bien coquetear con aquellos dramas duros sobre futbol americano como la insuperable Un Domingo Cualquiera (Stone, 1999) o The Program (David S. Ward, 1993), donde ganar lo es todo y perder puede suceder en cualquier instante.

Es esa parte dramática la que atrae al espectador al inicio. Gracias a una impactante imagen gore y un incidente que frustra momentáneamente los planes de Cam, uno se interesa por su destino. Sin embargo, el pecado de Tipping y el guion de este filme recae en la falta de una mejor exploración sobre los problemas y la presión social que genera el susodicho éxito para el que, supuestamente, uno está hecho. Es ahí donde los conflictos de HIM: El Elegido comienzan para detonar de fea forma en un clímax que carece de todo sentido.
También destaca la relación entre mentor y aprendiz en donde Marlon Wayans crea un papel que roza entre la pura locura y el dolor con su Isaiah, que comprueba que el dicho popular de nunca conocer a tus ídolos es bastante adecuado para la extraña relación que va creando con Cam. Su enojo e insanidad son destacados y hacen a este personaje alguien tan amenazante como impredecible. Tristemente, no se puede decir lo mismo de su contraparte, la gran futura estrella, Cam, a manos de Withers.
El problema con Tariq y su rol es que jamás logra plasmar el espectro de sensaciones que este duro entrenamiento le va causando. A veces muy expresivo, en otras muy exagerado, su actuación no llega al nivel de la de Wayans, creando otro gran problema en la cinta que es el ritmo, mismo que después de un inicio prometedor se va ralentizando hasta ser más lento que el peor corredor compitiendo para ser drafteado en algún equipo profesional. Con todo y la breve duración del filme, la edición y la falta de presencia de nuestro protagónico hacen que el filme dependa totalmente de su estética.

Hablando de la forma de HIM: El Elegido, ese si es otro punto positivo pues Tipping crea algunas secuencias, formando una mirada particular a través de sus colores y tomas diferentes que remiten a lo hecho por Sam Levinson en Nación Asesina (2018) o su serie, Euphoria (2019). De repente, existen algunas escenas que parecen salidas de un juego de Mortal Kombat resaltando la brutalidad del entrenamiento, en otras son simplemente el rojo, el dorado o la luz blanca lo que provoca por instantes una atmósfera de terror psicológico bastante interesante, tema que tristemente no se aborda de lleno en el filme.
Poco a poco, el deporte y la competencia van quedando de lado para general un retorcido juego que resalta lo visual sobre lo narrativo. Y aunque el guion parece retomar un poco hacia el final su cauce, es el desenlace salido de cinta de Jordan Peele, productor del filme, que termina por soltar la bola en la zona de anotación de una propuesta problemática en muchos sentidos, creando una resolución con temas que no tienen sentido ni justificación ni siquiera para la violencia contenida en el mismo.
Con una banda sonora que tampoco es muy destacada, HIM: El Elegido se siente como un ejercicio pretencioso que utiliza como pretexto al futbol americano, creando poco horror y que pierde la oportunidad de concretar pases completos en los temas de la psicología detrás del éxito y la búsqueda del mismo para convertirlo en algo con tintes sobrenaturales y raciales sin sentido. Ni modo, el elegido no está en este proyecto que fracasa en responder a la interrogante inicial y crea más que una cinta GOAT, una historia más del montón que falló en la ejecución de la jugada, quedándose con las ganas del touchdown ganador.