Superman » Mira al Cielo» | Reseña

Escrita por Aj Navarro

1938. Los tiempos de la Gran Depresión en el mundo sumergían al pueblo en un halo de tristeza, desesperanza y crisis económica. En ese contexto histórico, los cómics eran un gran distractor y, para DC, una ventana  para otro tipo de historias. Así, en el Action Comics #1 aparecería un símbolo que buscaba infundir de luz y esperanza a la sociedad, al menos en Estados Unidos. Creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, haría su debut Kal-El de Krypton, mejor conocido como Superman. 

La tradición mitológica de Superman, cuya existencia va que vuela rumbo a los 90 años, continúa en una nueva entrega cinematográfica por parte del aplaudido director James Gunn, que tomaba su primer gran superhéroe para tratar de hacerlo la piedra angular del nuevo y naciente universo de DC Studios. Aunque su buena fortuna al lado de antihéroes desconocidos (El Escuadrón Suicida) o su pandilla de inadaptados galácticos en el MCU  (la trilogía de los Guardianes de la Galaxia) parecía ser suficiente para llevar a buen puerto al Hombre de Acero, la verdad es que no resultó así.

El principal reto del Superman de Gunn era no contar la misma historia de siempre, sino abarcarlo desde un punto en el que el héroe ya estuviera activo como punto de origen. Esta vez no vemos la huida de Krypton ni su etapa de crecimiento con los Kent. Lo conocemos a tres años justamente de haber volado por primera vez y anunciarse al mundo como el metahumano que es pero también ante el panorama de su primera derrota. Alrededor de él existen otros superhéroes y villanos, incluso su mascota, Krypto y su romance secreto con Louis Lane (Rachel Brosnahan). Entonces, ¿cuál es la motivación de este “Sups”?

Es ahí que tenemos uno de los principales problemas de una cinta que ya de por sí carga con tremenda responsabilidad de ser el banderazo de entrada para DC que parece nuevamente quedarse rezagado. A diferencia de su amigo/némesis, Batman (la versión de Pattinson), el dilema al que se ve sometido en esta presentación se siente abrupto, apresurado, alejándose de esos dilemas de identidad de origen donde aún no sabe exactamente qué hacer con su lado heroico en una época de dioses y monstruos.

David Corenswet tiene buen carisma y presencia en la pantalla como el nuevo Hombre de Acero, pero termina por no lucir del todo en su propia cinta. Incluso existen momentos en que el guion parece no favorecerle en absoluto en el planteamiento del dilema al que se enfrenta. Otro detalle es la falta de presencia de su lado humano, Clark Kent. Gunn le apuesta a mostrar al mitológico dios entre humanos como alguien vulnerable, tan vulnerable que de repente parece olvidar la esencia misma de la esperanza y fortaleza que representa. 

Esa es una de las principales fallas, misma que se ve reafirmada hacia el final de la cinta con un diálogo que busca explicar justamente la idea que no termina por aterrizarse en la narrativa del filme. Tenemos también un dilema complicado con Lex Luthor, interpretado por Nicholas Hoult. Si bien tiene el porte y la esencia del maníaco villano dese el inicio, no deja de sentirse un vacío en las motivaciones del mismo. ¿Por qué tanto odio a este metahumano? Gunn nunca explica esto, asumiendo que el público lo sabe. Ni que decir de otro acto hacia el final que no va acorde a lo que Luthor representa, cayendo nuevamente en este problema de la extrema vulnerabilidad.

Otro aspecto que falta en esta nueva presentación del Hombre de Acero es una banda sonora impactante. Lo hecho por John Murphy y David Fleming palidece en comparación de otras versiones como la del mismo Hans Zimmer en lo hecho con Snyder. Aunque por momentos quiere hacerle un guiño y retomar lo hecho por John Williams con el clásico tema, la realidad es que, a diferencia de otros filmes recientes de superhéroes (véase lo hecho por Son Lux en Thunderbolts), aquí se siente plana, casi inexistente. 

No todo es un tropezón en Superman. Hay que decir que el cast elegido para rodear a Corenswet funciona muy bien y es una buena carta de presentación. Rachel Brosnahan es adorable y decidia como Louis Lane, Isabela Merced sale poco pero tiene un par de momentos interesantes con su Hawkgirl, el humor de Guy Gardner (Nathan Fillion), su arrogancia y pedantería como Linterna Verde funcionan de buena forma. Aunque de ese grupo es Mr. Terrific el que se roba el show. Gunn, con él, demuestra que es mejor creando alrededor de estos héroes desconocidos que de aquellos como el kriptoniano. 

La acción, especialmente hacia el clímax del filme, es bastante bien manejada. Sin embargo, hay momentos en los que realmente se extraña ver a Superman ser ese bastión de esperanza o verlo aún más en acción. Aquí entra otro de los problemas del vuelo inicial de este universo con Krypto, la mascota voladora y súper poderosa que, en efecto, se roba la cinta por completo para bien y para mal. Sus apariciones van muy de la mano con el humor de Gunn e incluso hay momentos donde su animación no se ve tan bien. Pero seguro será la sensación mayor de este filme. 

Algo que por fin se agradece y es tal vez de lo más aplaudible de este universo con Superman es la vuelta a lo colorido de las viñetas después de los tiempos oscuros de Snyder. Gunn si logra llevarnos  de nuevo a ese mundo de DC, sintiéndose por momentos como la cinta original de 1978 y su secuela. Hasta el criticado diseño de los disfraces y personajes se vuelve aplaudible en ese sentido. Lamentablemente, este primer largometraje  de la nueva etapa de DC Studios ve truncado su vuelo y altas ambiciones tan sólo en el primer episodio de un plan enorme que ahora levanta ciertas dudas.

Casi noventa años desde su aparición, no cabe duda de que Superman parece dejar de lado ese sentido de esperanza para obedecer a nuevos públicos. Es así que esta visión de James Gunn sobre el último hijo de Krypton si ofrece una faceta mucho más humana del dios, pero se olvida del lado humano, llevándolo a una vulnerabilidad extrema que se siente abrupta. Y aunque se alegue que este Hombre de Acero se vuelve más político por representar a un alienígena (o extranjero para el caso) en un territorio que no le corresponde, la realidad es que esta visión carece de ese símbolo de esperanza que originalmente lo vio nacer. 

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