Yo vi tres luces negras | Reseña

Escrita por Andres Luciano Torres

Esta película está ambientada en Colombia, en un pueblo cerca del Rio San Juan, la historia se centra en José de Los Santos (interpretado por Jesús María Mina), quien es el encargado de realizar los servicios funerarios para la población local. Sin embargo, al encontrarse velando un cuerpo, él ha oído el sonido de las campanas, las cuales le anuncian su muerte inminente. No solo eso sino que es el alama de su propio hijo quien ha venido a avisarle que su tiempo está por terminar. 

Su pueblo a las orillas del rio justo en medio de la selva, no es ajeno a las costumbres que fusionan elementos católicos y rituales paganos, que intuyo están presentes en la cultura afrocaribeña en Colombia, por lo que la sabiduría de Don José es también invaluable, sabe de canticos, ritos y oraciones que casi nadie puede o quiere realizar, ya que es una profesión llena de secretos, por lo que relacionarse con la muerte tampoco hace de su trabajo una profesión deseada por los demás, pero su papel para que descansen las almas parece ser muy solicitado.  

Sin embargo con el aviso de su próxima muerte cosas extrañas le empiezan a pasar, es capaz de ver la almas que sufren por no estar enterradas o cuyos restos no han sido encontrados. Las almas sufren pues han muerte de manera violenta, pues Colombia tiene sus propios problemas con la violencia, grupos insurgentes, paramilitares o directamente grupos criminales, luchan por los ricos recursos que ofrecen las montañas y los campos,  ya sea en medio de la jungla o las orillas del rio de donde extraen oro ilegalmente. 

“La violencia ahora no deja ni rezar por lo muertos” exclama Don José antes de partir en búsqueda de su último destino, pues el alma en pena de su hijo le ha dicho que debe volver a un punto especial, al “origen” para que pueda morir y acompañarlo. Sin dudarlo Don José se pone en marcha y en medio de la travesía verá las cicatrices de una Colombia que lucha aun en día por pasar página a una historia de violencia política pero también de crimen e impunidad que asechan en los lugares más profundos del país, aquellos lugares que no son conocidos por muchos y que no aparecen en los mapas de atracciones turísticas. 

Esta es la segunda película de Santiago Lozano Álvarez ha realizado diversos cortos documentales antes de su debut en ficción con Siembra (mejor película Festival, CinélatinoRencontres de Toulouse 2016). Fue parte de la Residencia de la Cinéfondation de Cannes 2018.

Para su producción se ha servido de apoyo de no pocas instituciones, como por ejemplo; el Estímulo de Producción, Fondo para el Desarrollo Cinematográfico FDC (Colombia, 2021), la Ayuda a la Coproducción, Programa Ibermedia 2021, el Estímulo Producción EFICINE (Mexico2022), el Berlinale, World Cinema Fund (2022), el Estímulo de desarrollo Nouvelle AquitaineF.I.L.M. (Francia) o el Premio Desarrollo CNC, Residencia de la Cinéfondation (Cannes 2018).

Cabe rescatar que esta coproducción de México y Colombia no deja de tener un mensaje critico ante la violencia que se vive en ambos países, quizá solo sea casualidad pero en México no solo estamos pasando por una problemática similar e incluso pareciera motivada por los mismo motivos, pues ya a nadie le es ajeno la realidad de que miles de personas simplemente se desvanezcan, desaparecidos o asesinados por criminales o por grupos subversivos que se enfrentan en territorios que no controlan del todo las autoridades. 

Una reflexión sobre el tema me resurge cuando a Don José le es advertida su inminente muerte, que es a fin de cuentas la última odisea a la que está obligado a realizar, la advertencia es de boca del alma de su hijo que le menciona que una vez murió se encontró caminando “entre los muertos, los mutilados, los que murieron enterrados entre las minas y los esclavos…” porque aunque no existe la esclavitud en nuestros países en la practica la sombra de la conquista y la esclavitud de los pueblos se proyecta aun sobre nuestros habitantes, no son ya caballeros en armadura sobre caballos traídos de lejos, ahora visten ropas caras,  empuñan armas extranjeras y andan en motos, pero oprimen igual que sus anteriores versiones, se ensañan con la gente igual que lo hacían los viejos dueños de la tierra, solo que ahora no buscan consuelo en las palabras de los monjes sino en consejos de grandes señores de negocios. 

Mientras que las almas, todas esas vidas arrancadas de los cuerpos no encontrados, andan caminando y buscando a la gente como Don José que conoce los secretos y quizás pueda ayudar a darles el descanso eterno, porque como el mismo diría Ya ni a los muertos respetan. 

No queda más que disfrutar el film, esperando que los canticos y los rezos de gente como Don José acompañen a esas almas vagabundas hasta que encontremos sus restos.

Amar es compartir (:

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