“NIÑA CALLADA» UN CONMOVEDOR RELATO
Estuvimos presentes en la función de la película Irlandesa Niña Callada o The Quiet Girl dirigida por Colm Bairead la cuál se encuentra basada en Foster, una novela en 2010 escrita por Claire Keegan, dicha cinta se encontró nominada al Oscar como mejor película extranjera, además de ser ganadora de la Espiga de Plata, el premio del público y de la crítica en el festival de cine de Valladolid. Esta película forma parte de un programa para la difusión del cine Irlandés asimismo de ser un total éxito en taquilla en su país de origen. Dicho filme cuenta con las actuaciones de Catherine Clinch, Carrie Crowley, Andrew Bennett, Michael Patric y Kate Nic Chonaonaigh.
La cinta se sitúa en Irlanda rural de 1981, cuando una pequeña niña de 9 años de nombre Cáit forma parte de una familia disfuncional, llena de carencias económicas y en espera de un nuevo hermanito, por lo que es enviada con unos parientes lejanos por parte de la madre, para que se hagan cargo de ella por todo el verano. Por lo que ella llegará con una pareja adinerada de mediana edad, que habitan en una granja y poco a poco con el trato se irán ganando el cariño de la niña, es así que lograrán que Cáit conozca otra forma de vida y logré sanar todas sus heridas.
Empecemos por hablar de la narrativa la cuál es apropósito lenta, para poder llevar la historia paso a paso para conocer a cada uno de los personajes y así llegar al punto climático de esta de una forma muy bien lograda, con un final que deja un mensaje increíble. Una construcción bastante bien ejecutada en especial con nuestra protagonista Cáit, ya que logramos entender el contexto en el que vive, como el acoso escolar, falta de atención por parte de sus padres, soledad, miedo entre otros. En lo que respecta a las actuaciones debemos hacer un reconocimiento especial a Catherine Clinch, por el desempeño en su papel de Cáit el cual encarna perfecto, realmente creemos que es una niña con problemas emocionales fuertes que la limitan para comunicarse con los demás sin olvidar el toque de inocencia.
Por el otro lado la parte visual es muy hermosa y bien cuidada ya que nos enseñan algunos paisajes perfectos dignos de ser fotografiados, es importante mencionar que la fotografía se encontró a cargo de Kate McCullough, logrando mostrar la diferencia que existe entre la vida sombría de Cáit en su casa, en contraste con el colorido y vibrante hogar que comparten con sus tíos Eibhlín y Seán. Con la combinación perfecta de banda sonora compuesta por Stephen Rennicks, que hace aparición en los momentos necesarios de la misma solo como apoyo a lo que se observa, de forma delicada, dejando así que el sonido de la naturaleza y el silencio sean una de las armas más fuertes de esta trama, sin decir nada lo dice todo.
Este filme sin duda nos enseña que el amor puede llegar de todas partes y nos lleva a reflexionar, sobre esas familias que tienen tantos hijos como colecciones de estampas pero, no logran brindarle la atención requerida a todos dejándolos en el abandono y la desolación. En el caso de nuestra protagonista podemos observar que no solo existen barreras puestas por los propios padres sino también de lenguaje lo que la hace sentirse aún más sola. Pero todo cambia cuando conoce a sus tíos quienes lograrán ser la familia que nunca logró tener, dejando a un lado todos los traumas que habitaban en su ser, mostrando a la verdadera Cáit una niña muy especial e inteligente, todo esto entre la cotidianidad de las actividades de la casa como limpiar papas, una clara referencia a los grandes cultivos que existen en Irlanda, asearse, ir de compras o ayudar en el granja harán que ella conozca cómo es tener unos padres que la amen.
En conclusión una cinta delicada y conmovedora que te hará pasar un agradable momento con un guión bastante sencillo, pero que no por eso deja de ser una historia muy bella. Sin duda una propuesta interesante del cine Irlandés que poco logramos conocer de él, pero que demuestra que es un país como muchas historias por contar.
