JURASSIC WORLD REBIRTH ¿Realmente funciona?

Jurassic World Rebirth es de esas películas que uno va a ver con la esperanza de reencontrarse con la emoción de la primera vez que vio Jurassic Park, pero también con la duda de ver si ahora sí logran levantar una saga que ha dado más vueltas que un carrusel. Y bueno… digamos que sí logra algunas cosas, pero también se queda corta en otras.

De entrada, la buena noticia es que esta nueva entrega, dirigida por Gareth Edwards (el mismo de Godzilla y Rogue One), no es solo otra historia más de humanos corriendo en la oscuridad perseguidos por dinosaurios. Ahora sí le meten más luz, paisajes impresionantes y hasta un poquito de aire fresco. Se nota ese intento por regresar a la sensación de asombro que nos dio Spielberg en el ‘93, cuando veíamos a los dinos en pantalla y pensábamos: “¡No puede ser!”

El director se trajo consigo a David Koepp, el guionista original, y eso se nota. Hay momentos bien logrados, con tomas espectaculares, guiños a clásicos del cine —Indiana Jones, Star Wars, Tiburón— y hasta referencias al propio Jurassic Park. Y claro, el tema musical de John Williams sigue siendo la cereza del pastel, dándole a algunas escenas un toque nostálgico que sí emociona.

Visualmente, la película se luce. Hay composiciones de cámara que realmente impactan —desde tomas amplias de los dinosaurios cruzando llanuras o descansando en ríos, hasta escenas nocturnas iluminadas por fuego o relámpagos que parecen sacadas de un mural épico. Las locaciones también ayudan muchísimo: cascadas, manglares, cuevas costeras… todo se ve tan bien que en más de una escena podrías olvidar que estás viendo una película de monstruos. Es una película que, aunque no siempre te atrape por la historia, sí te deja con la sensación de que valió la pena verla en pantalla grande.

La trama, como ya es costumbre en esta saga, tiene su dosis de locura: una farmacéutica quiere recolectar ADN de tres dinosaurios gigantes —uno volador, uno acuático y uno terrestre— para crear un tratamiento contra enfermedades cardíacas. ¿Tiene sentido? Pues no mucho, pero ¿acaso alguien ve estas películas esperando lógica? Lo que importa es que ese pretexto nos lleva de vuelta a la clásica aventura de ir a buscarlos, sedarlos y, claro, tratar de no morir en el intento.

El elenco trae nombres pesados: Scarlett Johansson como una mercenaria experta en misiones peligrosas, Mahershala Ali como su compañero, y Jonathan Bailey como el paleontólogo buena onda que se suma a la misión. Ah, y Rupert Friend en el papel del villano que desde el minuto uno sabes que va a acabar mal.

Pero el problema viene cuando, a pesar de este reparto y los efectos de primer nivel, las escenas de acción no terminan de funcionar del todo. Hay momentos emocionantes, sí, pero otros donde sientes que la historia va en automático. Da la impresión de que la película tiene miedo de salirse del molde o arriesgarse a hacer algo realmente diferente. Como si no se atreviera a explotar todo su potencial.

Eso sí, la subtrama de la familia perdida en la isla (el papá, las hijas y el novio colado) resulta ser la que más atrapa. Sus momentos de peligro sí tienen ese suspenso que uno espera, porque, siendo sinceros, sabes que los personajes “famosos” tienen el pase asegurado y, por más que los pongan al borde del abismo, está claro que no les va a pasar nada. Pero con la familia, ahí sí, uno no está tan seguro.

Y ojo, que la película tiene sus momentos raros. Como eso de que cada cierto rato aparecen dulces —un Snickers que causa un desastre, un dino comiendo regaliz, un personaje que se la pasa masticando pastillas de menta—, cosas que a veces te sacan de onda más que hacerte reír.

También está el tema de los dinosaurios «híbridos raros» creados en un laboratorio abandonado, que parecen más sacados de un sueño extraño que de un parque jurásico. Uno en especial, un t-rex mutante con la cabeza deforme y un rugido de pesadilla, parece salido de otra película. Lo curioso es que, a pesar de lo extraño, esa parte se siente más viva que varias escenas de la trama principal.

Al final, Jurassic World Rebirth es como ese amigo que siempre promete que ahora sí va a cambiar, pero termina siendo más de lo mismo… solo que bien disfrazado. Tiene sus momentos buenos, escenas visuales impactantes, y sí se siente el intento honesto por recuperar algo de la magia del pasado. Pero también se queda algo a medias, como si no hubiera querido arriesgar demasiado.

¿Es la peor de la saga? Para nada. ¿Es la mejor? Tampoco. Digamos que es un buen intento por revivir la franquicia sin apartarse demasiado del guión. Si eres fan de los dinosaurios, seguramente te la vas a pasar bien. Si esperabas revivir el impacto de la primera vez que viste Jurassic Park, pues… esa emoción sigue siendo un fósil difícil de desenterrar.

Amar es compartir (:

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *