Don’t Get Got | Reseña

Esta semana tuvimos la oportunidad de jugar Don’t Get Got, un título que podríamos describir como una combinación entre un juego competitivo y survival de terror. Con una propuesta que mezcla supervivencia, estrategia y trabajo en equipo, este juego nos sumerge en una experiencia cargada de tensión y sustos.

La premisa del juego es sencilla pero efectiva: un grupo de hasta ocho jugadores se encuentran atrapados en una escuela abandonada, donde su objetivo principal es encontrar una serie de claves para escapar con vida. Sin embargo, el desafío no termina ahí, ya que el escenario está plagado de peligros sobrenaturales en forma de muñecas poseídas que reaccionan ante el ruido y se mueven cuando no son observados. Un detalle importante que añade un toque de dramatismo a la experiencia es que no todos podrán sobrevivir, lo que genera una sensación de ansiedad por ser el más rapido y listo al moverse por el mapa.

Lanzado en acceso anticipado el 24 de enero de este año, Don’t Get Got nos ha dejado impresiones mixtas tras varias horas de juego. Si bien encontramos ciertos aspectos positivos que logran sumergirnos en su atmósfera, también identificamos varias áreas de oportunidad que podrían ser clave para que el juego no pase desapercibido entre otros títulos de terror con mecánicas similares.

Uno de los principales inconvenientes es la falta de un menú intuitivo o un tutorial adecuado. Actualmente, el juego no cuenta con historia ni instrucciones detalladas, lo que puede resultar confuso para los nuevos jugadores. Al comenzar a jugar, nos encontramos con la dificultad de entender cómo interactuar con los objetos y reconocer las pistas o llaves necesarias para avanzar. Esta falta de orientación puede resultar frustrante, ya que los jugadores deben recurrir al método de prueba y error para comprender la dinámica del juego.

La dificultad del título es otro punto a considerar. Durante nuestras primeras partidas, la duración promedio era de apenas dos minutos antes de que el ultimo jugador fuera eliminado por las muñecas. Con el tiempo y más experiencia, logramos extender nuestras sesiones a unos cuatro o cinco minutos, pero la curva de aprendizaje inicial puede ser un obstáculo para algunos jugadores, especialmente aquellos que buscan una experiencia rápida y más equilibrada entre desafío y progresión.

Otro aspecto que podría mejorar significativamente la rejugabilidad del juego es la falta de variedad en los escenarios. Actualmente, el único mapa disponible puede volverse repetitivo después de varias partidas, ya que recorrer el mismo entorno y huir de las mismas amenazas una y otra vez hace que la tensión inicial se diluya con el tiempo. La inclusión de nuevos mapas, con distintas mecánicas y ambientaciones, podría enriquecer la experiencia de juego y mantener el interés de los jugadores.

La esencia de Don’t Get Got se basa en la interacción social. Debemos encontrar objetos que nos ayuden a escapar, pero las herramientas que recojamos pueden ser usadas tanto para ayudar como para traicionar. Esta dualidad crea un ambiente de desconfianza que mantiene a todos en alerta, ya que no se puede confiar en nadie. Además, el juego incorpora mecánicas como el sigilo y la cordura, elementos clave para la supervivencia. Inicialmente, contamos con una linterna cuya batería se recarga con el tiempo y una especie de radio radar que puede proporcionar indicaciones sobre la ubicación de las muñecas. También encontramos cajas de códigos con combinaciones de colores para desbloquear la salida, y cajas musicales que ayudan a recuperar la estabilidad mental.

No obstante, Don’t Get Got también tiene puntos fuertes que vale la pena destacar. La estética del juego es uno de sus mayores aciertos. La ambientación logra ser inmersiva gracias a una iluminación bien trabajada y efectos de sonido que refuerzan la sensación de peligro constante. Los pasillos oscuros, las sombras inquietantes y los sonidos inesperados crean una atmósfera que realmente logra generar tensión en los jugadores, lo que es fundamental en cualquier juego de este genero. La cámara también añade un toque de realismo, ya que cuando la cordura disminuye, la imagen se vuelve borrosa y se asemeja a una grabación de mala calidad de formatos antiguos de video.

Otro punto a favor es la opción de chat de proximidad, que permite a los jugadores coordinar sus movimientos y compartir información vital, aumentando la inmersión en la experiencia. Sin embargo, la confianza en otros jugadores es clave, ya que a medida que el equipo pierde miembros, también se pierden ojos que pueden vigilar a las criaturas, lo que añade una capa adicional de tensión y estrategia.

En conclusión, Don’t Get Got presenta una idea atractiva pero que aún necesita bastante trabajo. Su propuesta de terror cooperativo con mecánicas de supervivencia tiene potencial, pero para destacarse en un mercado ya saturado, necesitará mejoras rápidas en su accesibilidad, equilibrio y diversidad de contenido. Aunque la falta de tutorial puede ser un obstáculo, también representa una oportunidad para que los jugadores exploren y descubran estrategias propias. Con el soporte adecuado y futuras actualizaciones, este título podría evolucionar hasta convertirse en una buena experiencia para los amantes del género. Además, al estar en acceso anticipado, los desarrolladores aún tienen margen para pulir las mecánicas y atender las sugerencias de la comunidad. Solo el tiempo dirá si logra brillar lo suficiente para hacerse un lugar entre los grandes del terror multijugador.

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